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miércoles, 2 de junio de 2010

EPIDEMIA




-¡No! ¡No podemos seguir así! ¿No os dais cuenta? Por favor... prestadme atención, es preciso que comprendáis... tenéis que escuchar lo que he de deciros... ¡He dicho que me escuchéis! ¿Es que no os dais cuenta? No podemos hacer esto... ¡Nunca más...!

-¿Qué le pasa a ese?

-Vete a saber, entró hace un rato, se sentó en una mesa, pidió un café con no sé qué, ni lo ha tocado. Miraba a todo el mundo de una manera muy rara, y de pronto ha empezado a dar voces... será un chalado.

- Pues sí... ya me había fijado. Desde luego que no parecía muy cuerdo. Mira, ya vuelve uno de los camareros, el que ha salido a la calle... viene con dos policías... a este se lo llevan seguro, aunque sea a rastras. ¿A qué vendrá tanto grito? En fin... se me hace tarde. Hay un montón de trabajo esperándome en la oficina. Todos serán asuntos urgentes que no podrán esperar y tendré que quedarme otra vez hasta las tantas... pero de hoy no pasa... voy a hablar con el jefe para que me suba el sueldo... el muy cabrón me lo prometió hace meses... seguro que con los demás ha cumplido su palabra, pero claro, lo mío tendrá que esperar a que la cosa mejore, como siempre. Eso es lo peor de todo... que me toma por gilipollas... seguro que hasta el último mono del departamento habrá mejorado su nómina, pero allí nadie dice esta boca es mía.

- Lo mismo te digo. Que se me ha ido el santo al cielo y yo también llego tarde. Me termino el café y salgo pitando. En menos de una hora tendré a los de balances plantados frente a mi mesa pidiendo a gritos sus putos informes. Eso sí... una vez los tengan, no volverán a dirigirme la palabra hasta el mes que viene. En realidad es como esto... ya ha pasado el susto, los policías se han llevado al loco de los gritos y todos vuelven a esconderse tras sus periódicos. Cada uno a lo suyo. En cuanto vacíen sus tazas se marcharán... y no volveré a verles... a ninguno... el resto de mi vida... toda la eternidad. ¡Jamás! Joder... nunca lo había pensado. Es terrible despedirse para siempre. Ver a alguien sentado frente a uno durante unos minutos y se acabó... ni dentro de muchos años... ni después de la muerte... ni aunque pasen millones de años... ya no volverás a verle. Es tan... definitivo. Da miedo. No me gusta esta sensación. Vivir algo por última vez, y saberlo, es como morir... joder... y yo no quiero morir, no ahora, no cada pocos minutos, no cada día. Morir es para siempre, no reflexionamos sobre ello, no lo bastante. Caminamos por calles que nunca más pisaremos, vemos, olemos, saboreamos, acariciamos cosas que ya no volverán, y a pesar de ello seguimos adelante sin darles mayor importancia. ¿Cómo podemos ser así? Esto de la vida es más morir que vivir. Nadie lo piensa... parecemos ansiosos por llegar al final, dejarlo todo atrás, volvemos la cara ante cualquiera que nos sugiera la posibilidad de detenernos, de paladear cada instante de vida, y yo... yo como todos. Hasta ahora. Pero... ¿y si eso cambiara? Tampoco es tan difícil... No es más que proponérselo. Querer ver, tomar la decisión de querer ver, no echarse atrás, al menos no permitir que ese desconocido desaparezca sin saber quién es. No dejarse morir... esa es la clave.

- Bueno... que te tengo que dejar... pero tranquilízate. ¿No decías que llegabas tarde? Creo que deberías calmarte y no...

- El caso es que a partir de ya mismo las cosas van a cambiar... ya lo creo que cambiarán. Ya no fingiré más que no sé que el tiempo se acaba, que nada ni nadie me importa. Se acabó el hacer todo lo que se espera que haga. Me sentaré en un banco del parque durante todo un día. Saldré a la calle en medio de la lluvia, y pasearé descalzo por encima de los charcos. Haré lo que sea necesario para que ya no se me escape más vida entre los dedos. Mi familia lo comprenderá... si lo entienden en el trabajo, bien por ellos. Yo se lo explicaré... al fin y al cabo no tan es difícil de entender. Es algo tan sencillamente importante... qué demonios... es lo más importante. Averiguar quién es aquella chica que acaba de pedir la cuenta... podría ser el amor de mi vida... hablar con el hombre que sale por la puerta. ¿Y si fuera mi mejor amigo?

- Vale... yo me tengo que ir... te dejo...

¿Pero no lo ves? Este es el momento, no hay marcha atrás. Ahora puedo elegir... estoy a tiempo... sentir lo que siento durante unos pocos segundos más... o sentirlo para siempre... toda mi vida... lo que me queda de vida... depende de lo que decida en este instante. ¡Escuchadme todos! ¡Que nadie salga de aquí! ¡No os marchéis! ¡No debemos continuar con esta absurda farsa! ¡No somos así! ¡Unas palabras al menos, con eso bastará! ¡Escuchadme... por favor!

-¿Y ahora qué le pasa a este?

-No sé... Será otro pirado más. Menuda mañanita llevamos, con este ya van cinco... o seis. Una epidemia de chaladura... eso es lo que es.


Imagem: Deep blue

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