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sábado, 25 de febrero de 2017

UN 23 DE FEBRERO TUVO QUE SER...




Esta noche, en la Puerta del Sol, en una manifestación espontánea contra el golpe de estado perpetrado hace apenas 24 horas, se ha gritado otra vez eso de "No nos representan"... y me temo que esta vez no estaba dedicado al PPOE... no sólo... no precisamente. 

Fue ayer, otro 23F... fecha señalada donde las haya... no podía ser otro día si se quería que el mensaje fuera alto y claro. En muy pocas horas, casi en cascada, llegaban noticias sobre las distintas fases de un asalto en toda regla a los más básicos preceptos de una justicia y un estado de derecho ya más que enfermo... en estado comatoso.

Sin que ningún gran medio incidiera en la evidente conexión entre ellos, los aldabonazos resonaban en este país tan de silencios... el eco de uno se solapaba con el siguiente, hasta parecer algo sólido, tanto como un parte de guerra... de las que se pierden.

No hubo tiempo ni para que se secara la tinta... la infanta que se autoalquilaba el Palacio de Pedralbes y su marido (el evasor de capitales a través de una ONG de niños discapacitados) habían sido condenados a una vida de lujo en Ginebra a costa del contribuyente, mientras pasa un lustro y "se afina" una sentencia sin tanto ensañamiento y mucho más amable por parte del Tribunal Supremo... la juez que substituye a la incómoda juez Alaya levantaba la fianza de cuatro millones interpuesta a Griñán por los ERE y archivaba las piezas de responsabilidad civil contra otros 25 altos ex cargos de la Junta de Andalucía... el antiguo Secretario General de Justicia de Chaves y Griñán en la Junta de Andalucia era designado para presidir la sección penal que los juzgará... el fiscal superior saliente de Murcia denunciaba que había sufrido presiones e intimidaciones "como las de la mafia en los años 20" al intentar atajar diversos casos de corrupción relacionados con el PP... el fiscal que enterró la carrera judicial de Elpidio Silva, e intentó enterrar los correos secretos de Blesa, las preferentes de Caja Madrid, y las ya famosas tarjetas black (sin conseguirlo) era nombrado nuevo Jefe Anticorrupción...

Todo en menos de doce horas... y todo mientras un ladrón de bicicletas era condenado a tres años de cárcel... o un muchacho sin antecedentes comenzaba su pena de cuatro años de prisión por la estafa de 800 euros.

Dramático y terrible mensaje... pero alto y claro como las salvas de cañón.

No tanto, parece ser, a oídos de cierto grupo de sordos... a oídos de quienes hace apenas dos semanas reivindicaban la hora de abandonar las dulces palabras y los saludos entre pasillos parlamentarios, para entrar en una nueva fase mucho más combativa y radical. Eso vendían hace quince días... pero la oferta se acabó. Hoy sólo se despacha silencio, silencio de la peor calidad, silencio de tercera mano, silencio irresponsable e irrespirable, silencio interesado en no abrir puertas y salir a la calle... al único lugar donde, una vez han sido blindadas las instituciones, es aún posible reclamar la última partida de este robo infinito y sin ambages... a plena luz del día y con copia para el notario.

Si Pablo Iglesias confunde su recién estrenada corte con algo ya tan grande como Podemos... se equivoca. Si cree que su liderazgo permanecerá a salvo si no corre el riesgo de dar papel a las plazas y a las calles... se equivoca. Si decide abrazar esa táctica de la vieja política consistente en dejar pasar los días a la espera de que las críticas por su inacción desaparezcan por sí solas... se equivoca. Si todo lo fía a esa falsa y agradable realidad que los fans y adoradores varios construyen a cada momento en torno suyo... se equivoca. Si olvida que todo lo edificado proviene del lugar donde una docena de chavales decidieron acampar como protesta a la traición de sus representantes políticos... se equivoca. Si no quiere recordar que las espectaculares cifras en intención de voto correspondían a una época en la que pedaleaba sin manos y sin mirar la rueda delantera, mientras que ahora el techo de voto permanece estancado por tanta prudencia, tanto casco, tanta codera, y tantos ruedines... se equivoca. Si confía en que la indignación no va a regresar por mucho que aumente la indignidad de las instituciones, gracias a su resplandeciente figura... se equivoca. Si cree que su crédito es inacabable y no da importancia a los muchos que ya empiezan a verle como un simple y eficiente apaciguador de un díscolo rebaño que comenzaba a amenazar la paz social del reino... se equivoca... y cuando uno se equivoca tanto y tan seguido... termina o mojado, o desnudo, o chamuscado... o de las tres maneras a un tiempo.

Hora es de ser quien fuimos... hora es de demostrar de nuevo que no nos representan quienes ante semejante ataque, se limitan a contemplar y mal escribir un par de twits, quien tras noticias como las de ayer no sale de casa a través de la puerta para ser uno más entre muchos, sin focos y sin estrados... hora es de nombrar de nuevo aquellos sueños, aquellas palabras que nunca llevaban apellidos, que no los necesitaban... hora es de prescindir de esas viejas y rancias maneras que brotan de las tupidas moquetas para aferrarse a los tobillos del más pintado.

No elegimos este camino por saber exactamente lo que queremos, sino más bien porque sabemos lo que no queremos... ni para que sea el único camino... ni siquiera para estar perfectamente informados de cómo diariamente se laminan vidas y derechos... ni para escuchar floridos y apasionados discursos pronunciados  desde detrás de un elegante estrado mientras la lucecita está verde. Yo elegí este camino para buscar, y si se tercia encontrar, algo de lo que nunca hemos tenido, algo que no sea una limosna de los amos, algo que no sea regalado y por tanto fácil de volver a arrebatar... algo tan de verdad que parezca falso... algo que no sea perfecto, ni falta que hace, pero que al menos resista la mirada de mis nietos.

Busquemos, pues... pero no quietos... sino en movimiento... y quien no se mueva... que se aparte.





















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